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XIII Aniversario de la muerte del Cardenal don Marcelo

El próximo viernes, 25 de agosto, se cumplirá el XIII aniversario de la muerte del cardenal Don Marcelo González Martín, quien fuera arzobispo Primado durante 23 años.  Murió en su residencia de Fuentes de Nava (Palencia) y está enterrado en la capilla de San Ildefonso de la Santa Iglesia Catedral Primada.

El Obispo de la Prelatura de Moyobamba (Perú) Mons. Rafael Escudero López-Brea le ha dedicado un escrito con motivo de esta efeméride que compartimos a continuación.

DON MARCELO Y EL SEMINARIO DE TOLEDO

Don Marcelo González Martín entró como arzobispo de Toledo el día 23 de enero de 1972. Desde entonces regirá los destinos de la diócesis hasta el año 1995.

Durante los años posconciliares el descenso de las vocaciones, en la mayoría de las diócesis españolas, era una triste realidad. Cuando llegó Don Marcelo a Toledo habia 22 seminaristas mayores. Fueron años, vocacionalmente hablando, difíciles, que se reflejaron en la escasez de ordenaciones. Los esfuerzos del nuevo Arzobispo por restaurar la disciplina, la normativa, el espíritu de estudios serio, la espiritualidad y el sentido de responsabilidad en el Seminario fueron difíciles, pero decisivos.

Yo conocí personalmente a Don Marcelo cuando ingresé en el seminario menor de Santo Tomas de Villanueva para realizar los estudios de bachillerato en el año 1979; el año siguiente recibía de sus manos el sacramento de la Confirmación.
Cuando comencé los estudios filosóficos el año 1983, ya en el Seminario Mayor de San Ildefonso, habìa  101 seminaristas. Casi no cabíamos en el antiguo edificio y la cosa se puso más seria cuando el año 1986 éramos 131. Recuerdo que, cuando llegamos en septiembre para comenzar el curso, nos encontramos con las habitaciones más grandes divididas en dos, para podernos albergar a todos. Eran los entrañables nichos del “pasillo del olvido”. El año de mi ordenación sacerdotal, 1989, éramos 191, sólo en el edifico de San Ildefonso.

Don Marcelo se refería al Seminario como el “Corazón de la diócesis”. Ésta había sido su convicción desde siempre, de ahí que hubiese constituido el centro de sus preocupaciones y desvelos desde el principio de su pontificado en Toledo.
No eran menos de elogio el celo y generosidad de que daba muestras el cardenal Marcelo en su actitud de servicio a la Iglesia universal, abriendo las puertas de su Seminario a un alto número de seminaristas provenientes de otras diócesis de España, de América y de Guinea Ecuatorial.

Este incremento de vocaciones en la diócesis de Toledo se debió a que Don Marcelo llevaba muy en lo hondo de su corazón la necesidad de sacerdotes para Toledo, para España, para el mundo… Nos inculcaba que ser sacerdote suponía una misión universal- “Os ordenáis para la Iglesia universal”, nos decía constantemente. “En el seminario tiene que fraguarse el sacerdote como hombre de Dios entre los hombres, capacitado por su sacerdocio indeleble para actuar in persona Christi, hombres en que el Evangelio y Cristo vivo no sean una ideología abstracta o elitista; ni un mensaje idealista y pragmático… Hombres perfectamente configurados y condicionados por una experiencia arraigada en Cristo… Hombres suficientemente responsables y conscientes de hacer a Cristo presente en medio de los hombres” (Alocución 24 Octubre 1986, p. 139)

Gracias a Dios, la Archidiócesis de Toledo tuvo un gran crecimiento vocacional en aquellos años de mi formación y ha formado y sigue formando en todos estos años numerosos sacerdotes, fruto de que la formación que se imparte en el Seminario está centrada en la vida sobrenatural; en él se cultiva todo lo que favorece el desarrollo de las virtudes especificas y singulares del futuro sacerdote: la oración personal y litúrgica, el silencio, la profunda piedad eucarística, el culto y la devoción a la Madre de los sacerdotes, la obediencia amorosa a los pastores, la fraternidad sincera, la castidad y la pureza de costumbres, el empeño de elevar el nivel de la formación académica, el contacto con las parroquias y los movimientos eclesiales…

Es de justicia reconocer la inestimable contribución de don Marcelo al renacimiento del seminario de Toledo. Doy gracias a Dios por permitir que mi formación sacerdotal y los primeros seis años de Sacerdocio estuvieran bajo la benefactora sombra de este gran cardenal.

¡Gracias, Don Marcelo, y bendícenos!

Moyobamba, 18 de junio de 2017

+ Rafael Escudero López-Brea
Obispo Prelado de Moyobamba

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