13/02/2023
Cardenal Braz de Aviz: “Vivir el presente con pasión, respondiendo a la mirada amorosa del Señor hacia cada consagrado”
El lema de las undécimas Jornadas de Pastoral han tenido el siguiente lema: “Los Sueños se construyen juntos: Consagrados para la Misión” que es el mismo elegido para este curso pastoral dedicado a la vocación a la vida consagrada, siendo el capítulo 13 del evangelio de san Juan, el que inspira todo el trabajo pastoral de este curso.
La jornada del sábado, 4 de febrero, ha estado centrada en el propio lema de este curso pastoral, contando con la presencia del cardenal Joao Braz de Aviz, prefecto del dicasterio para los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
La primera ponencia del cardenal Braz de Aviz, llevaba por título “La Vida Consagrada en la Iglesia y en el mundo: retos y esperanzas”. Al comienzo de la misma daba las gracias y manifestaba que “estar con vosotros hoy en Toledo es motivo de alegría y de agradecimiento”. Seguidamente compartía su alegría: “Me complace mucho que hayáis puesto la vida consagrada, con la belleza de sus carismas tanto en la vida apostólica como en la vida contemplativa, en el centro de estas jornadas pastorales de la Iglesia”.
El cardenal brasileño insistía que las jornadas de pastoral son “una oportunidad para crecer en esta comunión eclesial“. A continuación ofrecía “una panorámica de la vida consagrada en la Iglesia” desde su experiencia en el Dicasterio para la Vida Consagrada “durante estos últimos 12 años” ha expresado.
Visión panorámica de la Vida Consagrada en la Iglesia
Mons. Braz de Aviz ha presentado la diversidad de realidades eclesiales que forman la vida consagrada: Ordo Virginum (Orden de las Vírgenes), Ordo Viduarum (Orden de las Viudas), Institutos de Vida Consagrada Apostólica, Institutos de Vida Consagrada Monástica y Contemplativa, Institutos Seculares, Eremitas, Sociedades de Vida Apostólica y las Nuevas Formas de Vida Consagrada.
El Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica afirmaba que “con la fuerza del Espíritu la renovación espiritual, carismática e institucional ha continuado después del Concilio Vaticano II” exponiendo los “odres nuevos de la vida consagrada confiados a nuestro cuidado hoy: la vida fraterna en comunidad, la formación (continua e inicial) y la autoridad (no poder) y uso de los bienes”
También recodaba los cinco puntos del Papa Francisco para la vida consagrada de hoy:
Vino nuevo en odres nuevos: tres ámbitos para el cuidado de la vida consagrada
El Prefecto señalaba que “el año de la vida consagrada, 2015, quiso mirar al pasado con una memoria agradecida por las maravillas que Dios ha hecho por medio de los consagrados” a la par que era necesario “mirar el futuro con confianza porque Dios, el Señor, es fiel siempre; y vivir el presente con pasión, es decir, respondiendo con determinación a la mirada amorosa del Señor hacia cada consagrado”.
Igualmente apuntaba que “el Papa ha mencionado también algunas áreas de debilidad en la vida consagrada: la fragilidad de ciertos itinerarios formativos, el afán por las tareas institucionales y ministeriales en detrimento de la vida espiritual, la difícil integración de las diversidades culturales y generacionales, un problemático equilibrio en el ejercicio de la autoridad y en el uso de los bienes“.
De ahí que señalara los tres ámbitos que “la Asamblea Plenaria del Dicasterio del año 2014” propusiera para “el cuidado particular” de la vida consagrada.
En este sentido, el primero que expuso es la “vida fraterna en comunidad” ya que los “consagrados están llamados a cuidar las diversas formas de estructuras de comunión y de comunidad en la vida consagrada”. Igualmente indicaba que “los consagrados y las consagradas, están llamados a disponerse en salida misionera, según el propio carisma, hacia escenarios y desafíos siempre nuevos, especialmente hacia las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. El cardenal insistía en “volver las estructuras comunitarias más misioneras y las actividades más dinámicas y abiertas hacia esta salida”.
Para Mons. Braz de Aviz “la mirada contemplativa recíproca, el deseo de hacer iglesia juntos, la acogida solidaria, tienen que llevar al consagrado y consagrada a ser fermento de diálogo y de confianza en un mundo falto de acogida y de reciprocidad fraterna”.
El segundo ámbito sería “la formación, continua e inicial” porque “es la acción del Padre que, por el poder del Espíritu Santo, forma en nosotros el corazón del Hijo, convirtiéndonos”. En este sentido subrayaba que “la formación ha de ser integral -humana, intelectual, teológica y espiritual», ha de apuntar a formar una persona coherente en su voluntad, por medio de un modelo de integración, para que el consagrado, la consagrada tengan “los mismos sentimientos de Cristo”.
El Prefecto ha insistido que la formación “ha de tener como base un sabio discernimiento vocacional y ha de prestar atención también al elemento afectivo y sexual, con un método formativo capaz de integrar bien los elementos espirituales y psicopedagógicos“. Por ello es necesario que el formador sea “una persona madura, capaz de integrar en sí las dos dimensiones y de ponerse a la escucha de la cultura de los jóvenes”.
El tercero de los ámbitos ha tener en cuenta, en palabras del cardenal brasileño, sería “la autoridad, no el poder, y el uso de los bienes”. En este sentido, señalaba que “en Roma, bajo el impulso de Papa Francisco, hemos comenzado a incluir a más mujeres consagradas en la estructura del Dicasterio. Esta actitud debe continuar, no solo de cara a la representatividad de las mujeres consagradas, sino porque además, al relacionarse y al trabajar juntos, hombres y mujeres, nos enriquezcamos mutuamente de lo que nos caracteriza de forma específica”.
Mons. Braz de Aviz insistía que “todo se entenderá y se vivirá mejor si retomamos el Evangelio del lavatorio de los pies y si nos convencemos de que el bautismo ha dado a todos los discípulos de Jesús la única dignidad que poseen, es decir, la de hijos de Dios. Todos somos hijos de Dios por igual, y por consiguiente, todos hermanos y hermanas”.
“Una autoridad cerrada en sí misma, auto-referencial que se considere única e indispensable, se sale del todo de su finalidad. La Iglesia no puede estar formada por castas, de gente más o menos digna, según sus procedencias mundanas” ha insistido el cardenal prefecto.
La jornada del sábado, 4 de febrero, ha estado centrada en el propio lema de este curso pastoral, contando con la presencia del cardenal Joao Braz de Aviz, prefecto del dicasterio para los institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
La primera ponencia del cardenal Braz de Aviz, llevaba por título “La Vida Consagrada en la Iglesia y en el mundo: retos y esperanzas”. Al comienzo de la misma daba las gracias y manifestaba que “estar con vosotros hoy en Toledo es motivo de alegría y de agradecimiento”. Seguidamente compartía su alegría: “Me complace mucho que hayáis puesto la vida consagrada, con la belleza de sus carismas tanto en la vida apostólica como en la vida contemplativa, en el centro de estas jornadas pastorales de la Iglesia”.
El cardenal brasileño insistía que las jornadas de pastoral son “una oportunidad para crecer en esta comunión eclesial“. A continuación ofrecía “una panorámica de la vida consagrada en la Iglesia” desde su experiencia en el Dicasterio para la Vida Consagrada “durante estos últimos 12 años” ha expresado.
Visión panorámica de la Vida Consagrada en la Iglesia
Mons. Braz de Aviz ha presentado la diversidad de realidades eclesiales que forman la vida consagrada: Ordo Virginum (Orden de las Vírgenes), Ordo Viduarum (Orden de las Viudas), Institutos de Vida Consagrada Apostólica, Institutos de Vida Consagrada Monástica y Contemplativa, Institutos Seculares, Eremitas, Sociedades de Vida Apostólica y las Nuevas Formas de Vida Consagrada.
El Prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica afirmaba que “con la fuerza del Espíritu la renovación espiritual, carismática e institucional ha continuado después del Concilio Vaticano II” exponiendo los “odres nuevos de la vida consagrada confiados a nuestro cuidado hoy: la vida fraterna en comunidad, la formación (continua e inicial) y la autoridad (no poder) y uso de los bienes”
También recodaba los cinco puntos del Papa Francisco para la vida consagrada de hoy:
- La alegría de la consagración.
- La característica propia de la vida consagrada es la profecía: “despertad el mundo”.
- Expertos en comunión.
- Ir a las periferias existenciales para superar toda forma de auto-referencialidad.
- Responder a las nuevas y continuas preguntas que surgen hoy y al grito de los pobres.
Vino nuevo en odres nuevos: tres ámbitos para el cuidado de la vida consagrada
El Prefecto señalaba que “el año de la vida consagrada, 2015, quiso mirar al pasado con una memoria agradecida por las maravillas que Dios ha hecho por medio de los consagrados” a la par que era necesario “mirar el futuro con confianza porque Dios, el Señor, es fiel siempre; y vivir el presente con pasión, es decir, respondiendo con determinación a la mirada amorosa del Señor hacia cada consagrado”.
Igualmente apuntaba que “el Papa ha mencionado también algunas áreas de debilidad en la vida consagrada: la fragilidad de ciertos itinerarios formativos, el afán por las tareas institucionales y ministeriales en detrimento de la vida espiritual, la difícil integración de las diversidades culturales y generacionales, un problemático equilibrio en el ejercicio de la autoridad y en el uso de los bienes“.
De ahí que señalara los tres ámbitos que “la Asamblea Plenaria del Dicasterio del año 2014” propusiera para “el cuidado particular” de la vida consagrada.
En este sentido, el primero que expuso es la “vida fraterna en comunidad” ya que los “consagrados están llamados a cuidar las diversas formas de estructuras de comunión y de comunidad en la vida consagrada”. Igualmente indicaba que “los consagrados y las consagradas, están llamados a disponerse en salida misionera, según el propio carisma, hacia escenarios y desafíos siempre nuevos, especialmente hacia las periferias que necesitan la luz del Evangelio”. El cardenal insistía en “volver las estructuras comunitarias más misioneras y las actividades más dinámicas y abiertas hacia esta salida”.
Para Mons. Braz de Aviz “la mirada contemplativa recíproca, el deseo de hacer iglesia juntos, la acogida solidaria, tienen que llevar al consagrado y consagrada a ser fermento de diálogo y de confianza en un mundo falto de acogida y de reciprocidad fraterna”.
El segundo ámbito sería “la formación, continua e inicial” porque “es la acción del Padre que, por el poder del Espíritu Santo, forma en nosotros el corazón del Hijo, convirtiéndonos”. En este sentido subrayaba que “la formación ha de ser integral -humana, intelectual, teológica y espiritual», ha de apuntar a formar una persona coherente en su voluntad, por medio de un modelo de integración, para que el consagrado, la consagrada tengan “los mismos sentimientos de Cristo”.
El Prefecto ha insistido que la formación “ha de tener como base un sabio discernimiento vocacional y ha de prestar atención también al elemento afectivo y sexual, con un método formativo capaz de integrar bien los elementos espirituales y psicopedagógicos“. Por ello es necesario que el formador sea “una persona madura, capaz de integrar en sí las dos dimensiones y de ponerse a la escucha de la cultura de los jóvenes”.
El tercero de los ámbitos ha tener en cuenta, en palabras del cardenal brasileño, sería “la autoridad, no el poder, y el uso de los bienes”. En este sentido, señalaba que “en Roma, bajo el impulso de Papa Francisco, hemos comenzado a incluir a más mujeres consagradas en la estructura del Dicasterio. Esta actitud debe continuar, no solo de cara a la representatividad de las mujeres consagradas, sino porque además, al relacionarse y al trabajar juntos, hombres y mujeres, nos enriquezcamos mutuamente de lo que nos caracteriza de forma específica”.
Mons. Braz de Aviz insistía que “todo se entenderá y se vivirá mejor si retomamos el Evangelio del lavatorio de los pies y si nos convencemos de que el bautismo ha dado a todos los discípulos de Jesús la única dignidad que poseen, es decir, la de hijos de Dios. Todos somos hijos de Dios por igual, y por consiguiente, todos hermanos y hermanas”.
“Una autoridad cerrada en sí misma, auto-referencial que se considere única e indispensable, se sale del todo de su finalidad. La Iglesia no puede estar formada por castas, de gente más o menos digna, según sus procedencias mundanas” ha insistido el cardenal prefecto.