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Ana Chimeno: “Verano Misión me ha transformado el corazón”

Archidiócesis de Toledo

Con motivo de la celebración del DOMUND, una de las jóvenes de la Archidiócesis de Toledo, comparte su experiencia misionera en Moyobamba (Perú) a través de “Verano Misión”. Se trata de Ana Chimeno (Toledo, 2000), quien ejerce su labor docente en el colegio diocesano “Santísimo Cristo de la Sangre” de Torrijos.

 

Pregunta: ¿Cómo defines la experiencia “Verano Misión”?

Respuesta: Para mí ha sido una experiencia misionera que transforma el corazón de las personas. Gracias a la invitación del Padre César, director del colegio diocesano de Torrijos, que estuvo trabajando unos años en la ciudad de Moyobamba, pude comenzar esta aventura y llevar a Dios a los demás.
Desde pequeña, siempre tuve el deseo en el corazón de poder ayudar a otras personas y transmitir la fe que había recibido de mi familia, colegio y parroquia. Así que, en cuanto el Padre César mandó un mensaje anunciando la misión, no dudé ni un momento en dar mi sí al Señor y comenzar esta experiencia de Dios.

 

Momento de Verano Misión en Moyobamba

 

P: ¿Cómo resumes tu labor misionera durante las semanas de julio y agosto pasados?

R: Lo que más me ha marcado de la misión son los niños. Puede ser que sea por mi vocación de maestra, pero nunca he visto a niños tan felices y tan llenos de Dios como allí. Son un verdadero reflejo de Su sonrisa.
Algo que me llamó la atención, fue su capacidad de compartir. En una ocasión, hubo una niña que tenía una mandarina en el bolsillo que no se iba a comer y se la dio a los demás, repartiéndola entre 20 niños. Ellos mordían un trozo de un gajo y se lo daban a otro sin escrúpulos ni siendo egoístas con el resto.
Otra de los hechos que más me impactó, fue como las familias te daban lo poco que tenían en señal de agradecimiento, por haber traído a Dios al barrio.

 

P: ¿Con cuál experiencia te quedas de todas las vividas en Verano Misión?

R: Recuerdo perfectamente la primera vez que visité una casa y fue mucho más duro de lo que me imaginaba. Nunca había visto a niños rodeados de suciedad, ni casas con suelos de barro y sin techo y ventanas. En ese momento solo tenía palabras de agradecimiento al Señor por todo lo que yo tenía y quizá no le daba el valor que ahora comprendo.

Pero sin duda, uno de los momentos más especiales de la misión fue la celebración de los bautizos. Lo viví como el reflejo de la mano de Dios en lo que estábamos haciendo.

 

Equipo de Verano Misión en Moyobamba

 

P: ¿Cuál es tu mensaje con motivo de este domingo de las Misiones?

R: Poder tener experiencia sobre las misiones, me ha hecho reflexionar acerca del día del DOMUND. No es solo un día para acordarnos de aquellas personas que están haciendo esta gran labor y aportar económicamente, que también, sino que es algo que va más allá. Es un día para rezar en comunidad por aquellas personas que se dejan la piel día a día en lugares donde carecen de lo más básico.

Dejando a un lado lo material, los misioneros son instrumentos de Dios para llevar su mensaje de amor al último rincón del mundo. Pero si algo he aprendido en estas semanas de misión es que todo se consigue si sonreímos y miramos a los ojos de verdad, con la mirada del corazón, dejando que el Señor actúe en nosotros y nos transforme.

 

P: ¿Volverás a participar en Verano Misión

R: Nunca sabemos los planes que tiene el Señor para nosotros, pero lo que tengo claro es que la misión no solo está fuera de España, sino que la tenemos en nuestro alrededor, evangelizando con nuestros actos y con nuestras palabras a los demás. Sin embargo, me encantaría volver a vivir la experiencia de misionar fuera, dejando atrás las comodidades y ofrecer esos días a Dios y a los demás.

 

 

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