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D. Raúl Muelas: “Soy un auténtico privilegiado acompañando a la vida consagrada”

JuanF Pacheco

Desde el pasado 21 de julio de 2020, el sacerdote D. Raúl Muelas Jiménez (Talavera de la Reina, 1972) es el vicario episcopal para la vida consagrada, responsabilidad pastoral que desarrolla junto al de ser párroco de la Iglesia de Ntra. Sra. del Pilar en la ciudad de la cerámica.

Este sacerdote talaverano, ordenado en 1996, es licenciado en derecho canónico por la universidad pontificia de Salamanca y ha trabajado pastoralmente, durante más de 20 años, en la diócesis de Palencia. Además, colabora en la delegación diocesana de Hermandades y Cofradías.

 

Pregunta: ¿Cómo tuvo lugar el nombramiento como vicario episcopal para la vida consagrada?

Respuesta: Lo recuerdo con mucho cariño. Fue el pasado 2 de julio. Después de la celebración eucarística de acción de gracias por las bodas de diamante, oro y plata de un grupo numero de sacerdotes de nuestra diócesis, el Sr. Arzobispo me invitó a hablar con él y, por las naves de nuestra Catedral Primada, me propuso este nuevo ministerio de Vicario Episcopal para la Vida Consagrada.

Me sorprendió la propuesta por la responsabilidad que supone colaborar tan de cerca con Don Francisco en la tarea del cuidado y la promoción de un sector tan importante y especial en la Iglesia como es la Vida Consagrada en sus distintas modalidades. Aunque soy muy consciente de mis limitaciones, me enseñaron a estar siempre disponible. Y la obediencia me llevó a decir “sí”. Y desde el 21 de julio estoy prestando este servicio de manera gozosa y agradecida.

 

P: ¿Qué supone esta encomienda en su ministerio sacerdotal?

R: Este ministerio supone un gran enriquecimiento para mi vida sacerdotal. Siempre he sido muy amante de la Vida Consagrada. Durante mis años de ministerio presbiteral he procurado estar siempre a disposición de los consagrados en todos los servicios que me han pedido. Pero ser “Vicario Episcopal para la Vida Consagrada” te da una vinculación única y muy especial con los que han profesado los consejos evangélicos.

Ahora tengo la posibilidad de conocer y estar al servicio de todos: religiosos y religiosas (de vida activa y contemplativa), institutos seculares, sociedades de vida apostólica, vírgenes consagradas, ermitañas, asociaciones en vías de ser consagrados, nuevas formas de consagración… Cuando se hizo público mi nombramiento, un compañero me dijo: “la Iglesia te confía uno de sus grandes tesoros: la Vida Consagrada”. Y así trato de vivirlo cada día.

 

 

P: ¿Cómo es la relación de don Francisco Cerro con las comunidades de vida consagrada?

R: La relación es muy cercana. El Arzobispo está muy pendiente de la vida consagrada. Está en continua relación con las comunidades. Preside los capítulos electores de los monasterios, asiste a las fiestas de los santos fundadores, acude a las profesiones religiosas, visita las casas religiosas en los pueblos en los que se encuentran, imparte retiros espirituales, recibe en audiencia a quien se lo pide, ayuda o busca ayudas para quien lo necesita…

En adviento pasado predicó por el canal diocesano de televisión un retiro para los miembros de CONFER que ha sido muy seguido. Y la tercera semana de cuaresma, si Dios quiere, predicará a través de la televisión una tanda de ejercicios para los consagrados que este año, a causa de la pandemia, no han podido realizarlos.

Hoy mismo, el Sr. Arzobispo ha aprobado el “Fondo de ayuda a los monasterios de la Archidiócesis de Toledo”. Está promoviendo la creación de una asociación privada de fieles de “Amigos de los conventos”. Y desea que todas las comunidades cristianas (parroquias, hermandades, otras asociaciones) se hermanen con algún monasterio de clausura según el proyecto puesto en marcha por Don Braulio “Con un solo corazón”.

 

D. Raúl Muelas junto a Mons. Francisco Cerro en julio de 2020

 

P: ¿Cuáles son las motivaciones para la creación de esta nueva vicaría episcopal y cuáles son los cometidos de la misma?

R: El Sr. Arzobispo ha querido introducir, en su primera reforma del Consejo Episcopal, la Vicaría para la Vida Consagrada. Este detalle pone de manifiesto la relevancia que Don Francisco Cerro quiere dar a esta realidad tan querida para él y para todos los fieles. El Arzobispo quiere que los consagrados no sólo estén atendidos, sino que tengan también presencia, a través de un Vicario, en el Consejo Episcopal, para que sus ilusiones y dificultades estén presentes cada semana en la reunión de los colaboradores más inmediatos del Arzobispo.

Los cometidos de la Vicaría están marcados por las tareas que el Código de Derecho Canónico marcan para el Ordinario del Lugar en lo relativo a los consagrados y también por las encomiendas que el Sr. Arzobispo dispone, con mandato especial. Pero sobre todo es una labor de cercanía, de escucha, de ayuda, de cuidado… Algo que Don Francisco quiere hacer por sí mismo y a través de su Vicario.

 

P: ¿Cuál es su valoración de la vida consagrada en la Archidiócesis de Toledo?

R: Cuando me preguntan por la vida consagrada en nuestra archidiócesis, la primera palabra que viene a mi cabeza es “riqueza”. Tenemos 35 monasterios de vida contemplativa, 54 comunidades religiosas femeninas de vida activa, 14 comunidades masculinas, 5 institutos seculares, 9 comunidades de sociedades de vida apostólica, 4 vírgenes consagradas y otras cuatro en formación, un eremitorio… Esta realidad supone una riqueza espiritual grandísima para una diócesis. Tantas personas entregadas con alma, vida y corazón al Reino de Dios, cada uno en su carisma y en su familia religiosa, hacen de nuestra Archidiócesis una Iglesia local privilegiada.

Dentro de todas estas comunidades hay hombres y mujeres que buscan la santidad y que dan su vida por Dios y por los hombres y que, en la vivencia de su vida fraterna, desprenden ilusión, alegría y son “parábola de fraternidad para un mundo herido”. Los necesitamos y los tenemos. Por eso tenemos que estar muy agradecidos…

 

D. Raúl conversa con una religiosa

 

P: ¿Cómo observa la situación actual de algunos monasterios de vida contemplativa en los que la gran parte de sus miembros son de edad avanzada?

R: Algunas comunidades religiosas están pasando por un “invierno” vocacional. Y esta situación hace que sufran el envejecimiento de sus miembros y las dificultades que esto trae consigo. Pero lo viven con tanta esperanza que son capaces de transmitirla a todos.

Es posible que en los próximos años asistamos a la afiliación de algunos monasterios que han perdido su capacidad de autonomía a otros monasterios más boyantes que puedan tutelarlos. También podrá acontecer el cierre de algún convento, si el Señor no lo remedia con nuevas vocaciones. Y siempre es muy doloroso tener que cerrar una casa de oración y que las últimas hermanas, casi siempre mayores, tengan que marchar a otras comunidades de la Orden.

Por eso es importante que ayudemos a la vida contemplativa. Y no sólo económicamente; sino conociendo y promocionando su carisma y, sobre todo, orando por las vocaciones. Cuanto más las conozcamos más las amaremos. Y así será posible que muchas jóvenes sientan la llamada a este género de vida.

También tenemos en la Archidiócesis monasterios florecientes. Gracias a Dios todos los años asistimos a nuevas entradas, comienzos de noviciado y a profesiones de jóvenes religiosas.

 

P: ¿Qué ha percibido en las visitas realizadas a las comunidades religiosas en estos últimos meses?

R: Aunque en estos meses como Vicario Episcopal ya he recorrido muchas comunidades, especialmente las contemplativas, la situación de pandemia ha ralentizado un poco mis encuentros con muchas comunidades. Pero ya he podido visitar muchas “casas religiosas” y también hacer los escrutinios previos de la visita canónica a los monasterios. Estas entrevistas son un encuentro con toda la comunidad y con cada una de las hermanas que la componen. Es un auténtico privilegio poder conocer personalmente a las monjas y conocer también sus ilusiones y la entrega de su vida.

En muchas comunidades existe una preocupación clara por la falta de vocaciones. También les preocupa el envejecimiento de sus miembros. Sufren cuando ven que no hay relevo y que el número de componentes va haciéndose más pequeño… Pero también lo viven, y esto es una constante, con una absoluta confianza en la Providencia.

Lo material, a pesar de las noticias que a veces salen en las redes sociales o en algunos medios, les preocupa poco. Gracias a Dios a ningún monasterio le falta lo necesario para vivir. Hay muchos seglares y sacerdotes que son bienhechores de las casas religiosas. Y en ellas se vive la pobreza evangélica con auténtica delicadeza.

 

El vicario episcopal para la vida consagrada junto al arzobispo de Toledo – 2 de febrero 2021

 

P: ¿Cuáles son los sentimientos que afloran al realizar esta tarea de acompañamiento a los consagrados?

R: Acompañar a los consagrados me convierte en una de las personas por las que más se reza de la Archidiócesis (risas). Soy un auténtico privilegiado… Estar cerca de los que dedican su vida a la oración, o a la práctica de las obras de misericordia, o al apostolado, me sitúa en un mirador desde el que se contempla la belleza de la Iglesia y de los carismas que la construyen.

 

P: Por último, ¿un deseo o petición en este día que celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada?

R: Mi deseo es que todos los fieles (sacerdotes y laicos) conozcamos más a los consagrados que viven cerca de nosotros. Que sepamos que ellos se entregan cada día a Dios y a la Iglesia por el bien de todos. Que en su fidelidad se convierten en la más maravillosa “parábola de fraternidad en un mundo herido”. También deseo una primavera vocacional para todas las realidades de vida consagrada.

Y mi petición es que nos acerquemos a ellos con espíritu de agradecimiento. Y que recemos cada día por la Vida Consagrada. Ellos y nosotros formamos un solo Cuerpo. Y en la Iglesia todos cuidamos de todos.

 

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