El escrito semanal del Arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, va dedicado a la Jornada Pro Orantibus que la Iglesia celebra con motivo de la solemnidad de la Santísima Trinidad.
El Primado comienza abordando la realidad de la importancia de la vida consagrada: “La vida consagrada, tanto femenina como masculina, se describe con pocas palabras: es una historia de amor apasionado por el Señor, la Iglesia y por la humanidad. Tanto los religiosos (mujeres y hombres) como otras formas de vida consagrada (Institutos Seculares, vírgenes consagradas y un largo etcétera) son una riqueza para la Iglesia, pues ellos, junto a los fieles laicos asociados o no, son la mayoría en la Iglesia.”
La realidad de la vida contemplativa en la Archidiócesis
Don Braulio explica con detalle la realidad de la vida contemplativa en la archidiócesis: “Son también hombres y mujeres que llevan adelante una vida singular, centrada en Cristo y con unas condiciones concretas. Son mayoría las mujeres, pues sus monasterios están en toda la geografía diocesana desde Siruela en Badajoz hasta El Toboso, en La Mancha. Esta forma de vida en el claustro, en monasterios vienen de fundaciones de siglos, es sin duda una especial consagración, que se desarrolla en edificios cuya mayoría son ejemplares de valor patrimonial.”
Cómo percibe la actual sociedad a la vida contemplativa
El Arzobispo de Toledo advierte acerca de cómo la actual sociedad percibe la vida monástica: “Nos ocurre que esta hermosa realidad, esta riqueza que son la Monjas contemplativas no forma parte de la “cultura” de nuestra sociedad, no atrae a jóvenes que buscan la felicidad de su vida. No lo ven como posibilidad de vida cristiana. La consecuencia es terrible: apenas hay vocaciones para la vida contemplativa, no entra en la mente y el corazón de nuestras jóvenes esta forma de vida cristiana que es ser monja. Y nuestros monasterios languidecen en una proporción alarmante. Se encuentran tantos monasterios con tal precariedad, que no saben cómo solucionar su continuidad. Y en muchas ocasiones sufren solas la angustia de qué hacer para que la vida contemplativa continúe en tal o cual monasterio.”
Amor para lo que es el “Tesoro de la Iglesia”
Concluye el Primado pidiendo la correspondencia del pueblo cristiano hacia los monjes y monjas que dedican su vida a la oración: “Os pido amor a lo que es nuestro tesoro de la Iglesia. No habrá monjas contemplativas si no se ve en nuestro horizonte mental, en nuestros valores, la posibilidad de que algunas de vuestras hijas, nuestras jóvenes muestren interés por una vocación cristiana que como deseaba santa Teresa, en el seguimiento de Jesucristo “Solo quiero que le miréis a Él”, “para conocerlo a Él, y la fuerza de la resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos” (Flp 3, 10).
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