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Escrito semanal: “Frente al año que termina qué bien nos hace contemplar al Niño-Dios”

El Arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, reflexiona en su escrito dominical acerca del año que termina dedicando su carta a invitarnos a la acción de gracias: “Al terminar otra vez un año, nos detenemos frente al pesebre, para dar gracias por todos los signos de la generosidad divina en nuestra vida y en nuestra historia, que se ha manifestado de mil maneras en el testimonio de tantos rostros que anónimamente han sabido arriesgar. Acción de gracias que no quiere ser nostalgia estéril o recuerdo vacío del pasado idealizado y desencarnado, sino memoria viva que ayude a despertar la creatividad personal y comunitaria porque sabemos que Dios está con nosotros, y lo está de verdad.”

 

Iniciativas audaces 

El Primado subraya la importancia de contemplar el Misterio de Navidad para la acción pastoral: “Mirar el pesebre entraña saber que el tiempo que nos espera requiere de iniciativas audaces y esperanzadoras, así como de renunciar a protagonismos vacíos o a luchas interminables por figurar. Mirando el pesebre nos encontramos con los rostros de José y María. Rostros jóvenes cargados de esperanzas e inquietudes, cargados de preguntas. Rostros jóvenes que miran hacia delante con la no fácil tarea de ayudar al Niño-Dios a crecer.”

 

Apuesta por el futuro de los jóvenes

Don Braulio insiste en la importancia de trabajar por el futuro de los jóvenes:  “Queremos que nuestros jóvenes sí tengan lugar en nuestras comunidades cristianas, en nuestras parroquias. Lo pide el Papa Francisco, que en 2018 quiere que el Sínodo de los Obispos trate sobre los jóvenes y la vocación. Se nos pide asumir el compromiso que cada uno tiene, por poco que parezca, de ayudar a nuestros jóvenes a recuperar, aquí en su tierra, en su patria, horizontes concretos de un futuro a construir, porque creen en Cristo y la alegría del Evangelio transforma su vida.”

 

Contemplar a Dios encarnado

Mons. Rodríguez Plaza insiste en la necesidad de contemplar el Misterio de Dios hecho hombre para dar gracias: “Frente al año que termina qué bien nos hace contemplar al Niño-Dios. Es una invitación a volver a las fuentes y raíces de nuestra fe. En Jesús la fe se hace esperanza, se vuelve fermento y bendición: «Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría» (EG, 3). ¡Feliz Año!

 

Para acceder al escrito semanal: pinchar aquí.

 

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