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Toma de Posesión de Mons. Francisco Cerro Chaves como Arzobispo de Toledo: Homilía

Archidiócesis de Toledo

Mons. Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo y Primado de España, ha pronunciado su primera homilía como Pastor de la Archidiócesis de Toledo.

A continuación, el texto integro con la homilía de Don Francisco Cerro Chaves.

 

EL CORAZÓN DE JESÚS, FUENTE DE EVANGELIZACIÓN DE LOS POBRES

Queridos hermanos: Son muchos los que me preguntan cuáles serán mis retos pastorales, mis planes, mis proyectos, los sueños de mi corazón de pastor. Se llama anunciar y vivir a Jesús que me lanza a evangelizar a los pobres. Fue en esta catedral primada donde recibí mi ordenación sacerdotal de manos de don Marcelo. Fuimos siete los que nos ordenamos el 12 de julio de 1981. Mis compañeros de ordenación están hoy aquí.

Siempre me ha encantado la antífona de la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús: “Los proyectos de su Corazón subsisten de edad en edad”. Estos días, rezando y con el alma vuelta al Señor meditaba el Evangelio, que es el mismo que eligió Don Braulio en su entrada en la Archidiócesis de Toledo: “No tengas miedo, hombre de poca fe”. A don Braulio le agradezco su acogida y su “enseñarme” a ser un pastor abierto y prudente.

Mi corazón se vuelve hasta mí querida diócesis de Coria-Cáceres a sus sacerdotes, diáconos permanentes, vida consagrada y laicos, que tanto me han enseñado y ayudado a ser pastor. Volvía de obispo a mi tierra de origen desde la archidiócesis querida de Valladolid donde, precisamente, estaba don Braulio de arzobispo, un pastor del Vaticano II, cercano a todos y el Corazón de Jesús fue allí el laboratorio donde descubrí que la fuente de evangelización de los pobres brota de ese Corazón “que tanto ha amado” y que espera nuestra humilde respuesta de Amor. Cuentan que el Papa Juan Pablo II le dijo a un obispo al que le costaba cambiar de Diócesis: “Señor Obispo, cambia usted de lugar, pero no de Esposa, que sigue siendo la misma Iglesia que camina en esta tierra con este querido pueblo de Dios”. Vuelvo a Toledo, mi casa. Me siento cercano a todos. No considero lejano a nadie.

Tres han sido las claves de mi vida recogidas en mi lema episcopal y que me consta que son más actuales que nunca. Me uno a la fecunda labor pastoral desarrollada por los arzobispos que hubo en Toledo, recordando a los últimos: don Marcelo, don Francisco, don Antonio Cañizares y don Braulio, todos ellos me animan a continuar por el camino que han seguido de tener el Corazón de Jesús como fuente de evangelización de los pobres. Fue el cardenal Sancha el que, al final del siglo XIX, consagró Toledo al Corazón de Jesús. Don Antonio Cañizares renovó la consagración de esta Archidiócesis al Corazón de Jesús y sigo humildemente por este camino de ser continuador de la “Civilización del Amor”.

1. EL Corazón de Jesús, siempre me condujo al AGRADECIMIENTO. Instalarse viviendo en la queja es apostar por no ser santo ni feliz nunca. El Señor es mi Pastor nada me puede faltar. No es que no me falte nada ahora, es que nada me puede faltar nunca. Vivo muy agradecido al Papa Francisco, por mi elección como arzobispo de esta Archidiócesis de Toledo tan querida y a la que tanto debo.

Recuerdo a un obispo latinoamericano que nos contaba cómo había descubierto el Amor del Corazón de Jesús. Decía, no sin cierta gracia, que siendo pequeño era muy trasto, de tal manera que cuando su madre no sabía qué hacer con él le enviaba al salón de la casa donde tenían entronizado un Sagrado Corazón. El niño lo miraba, se reía, incluso le parecía estar divertido delante de la imagen. Un día, ya obispo, le preguntó a su madre que por qué actuaba así con él. Pues cuando más merecía el rechazo y trato duro con él, su madre le llevaba a aquel lugar donde Jesús le miraba con cariño, con afecto y comprensión. Nunca le juzgaba, jamás se cansaba de él, era siempre fuente de esperanza. Entonces, su madre le dijo: “Hijo mío, era eso lo que yo quería que descubrieras, lo incondicional del Amor de Dios, eso se llama Corazón de Jesús y cuando ni nosotros nos aguantamos ni nos aceptamos y tiramos mil veces la toalla, Él nos sigue amando y sigue esperándonos para darnos un abrazo de paz y misericordia.

El Corazón de Cristo es siempre el Amor del Padre manifestado en un corazón humano. Formado por el Espíritu Santo en las entrañas virginales de María, a la que con tanto amor y sabiduría escribió y cantó, en su famoso tratado, el gran San Ildefonso de Toledo, patrono de esta Archidiócesis.
El Corazón de Jesús siempre me ha llevado a vivir agradecido como único camino para encontrar la paz y la alegría en medio de las dificultades de la vida. Instalándonos en la queja colapsamos la acción de Dios en nuestra vida.
Los sacerdotes, los seminaristas, la vida consagrada, las familias, los laicos, deben vivir en el agradecimiento como nos hace vivir la Eucaristía, que es Acción de Gracias, pues nada ni nadie, nos podrá apartar del Amor de Dios. Este agradecimiento es fuente de alegría.

 

2. Fuente de Evangelización que siempre me llevó a la confianza. La confianza de que Dios construye desde nuestra pobreza. Este es mi proyecto pastoral, una evangelización con corazón. Sería terrible y sin presente ni futuro que se tratara de evangelizar sin corazón, sin vivir con los sentimientos del Corazón de Cristo (Filipenses, 2, 5). Decía Martín Descalzo que lo mejor que se puede decir de una persona es, vaya corazón que tienes y lo peor es, que no tiene corazón.

Saludo a los vallisoletanos, donde pasé casi 20 años como sacerdote y me siento deudor con su Archidiócesis tan bendecida por el Corazón de Jesús en su gran y humilde servidor, bueno y justo Padre Hoyos, que recibió la promesa de que reinaría en España y con más veneración que en otras partes.
Vivo con gozo mi entrada en Toledo y sólo pretendo servir como pastor de una Archidiócesis milenaria con santos pastores, obispos, sacerdotes, laicos y mártires. Con una vida consagrada activa y contemplativa, institutos seculares, vírgenes consagradas y laicos muy formados, como se ha comprobado en el reciente Congreso de Laicos, convocado por la Conferencia Episcopal. Con la profunda llamada que hizo el Vaticano II de transformar el mundo según el Corazón de Dios porque, como dice el Papa Francisco, sabemos que otro mundo es posible. Hay que salir hoy y siempre a evangelizar las periferias, a los que viven en las intemperies, a los emigrantes, a los refugiados, a los que no tienen hogar.

Una evangelización con corazón brota de la confianza de que “sabemos de quien nos hemos fiado y estamos persuadidos de que el Señor llevará a buen término la obra que empezó en nosotros”.

Todos los mejores planes pastorales, sinodalidad, las mejores genialidades de nuestra pastoral, las obras más creativas de la evangelización, no tienen vida ni futuro, si no tienen corazón.

Evangelizar con confianza es evangelizar con corazón, es decirle a cada persona que te encuentras en el camino de la vida, con tus palabras siempre, que Dios te ama y quiere para nosotros lo mejor. No es un Dios contra nosotros, es una Dios con nosotros.

Con esta confianza brotaron en esta Archidiócesis misioneros para América, en la prelatura de Moyabamba, en Lurín, en casi toda América latina, en África y en Asia.

Ante la situación de conflictos, de tensiones, de paro, de emigración que vivimos en los momentos actuales, sobre todo, entre los jóvenes, también del desprecio a la vida, solo podemos hacer frente evangelizando con hombres y mujeres que viven la alegría que brota de la Santísima Trinidad y en la familia de la Iglesia, que nos quiere de verdad por encima de ideologías. Animo a todos los que se dedican a la enseñanza, en nuestros colegios, a los profesores cristianos, a los profesores de Religión a que formen personas que hacen frente al mal con el bien.

 

3. Los pobres y necesitados que me han llevado siempre a la profunda humildad del corazón. Recordemos lo que decía don Quijote a Sancho: “No olvides tus orígenes humildes”. La Iglesia si es fiel a Jesús, es siempre buena noticia para los pobres.

Cuando el Papa Francisco se presentó a los presos, a los encarcelados en Panamá les dijo: “Yo también soy pecador y necesito de la misericordia del Señor. También, yo necesito ser perdonado”. Me ayuda en esto la dinámica de las Bienaventuranzas que, como decía el Papa Francisco, son las notas de identidad del cristiano.

Una Iglesia que no acoge todas las formas de pobreza de nuestra humanidad no es la de Jesús. Pobre es todo el que carece de amor, decía Teresa de Calcuta. La Iglesia existe para presentar y ofrecer a Jesús Redentor de los hombres y mujeres. Como el que tiene su Corazón abierto y es Hogar para todos los que sufren. Si les falla la Iglesia a los pobres ¿adónde van a acudir? Si no somos nosotros hogar para los que viven en todas las intemperies, en todas las periferias de nuestra vida, no seremos coherentes con el Evangelio de Jesús. A través de Cáritas, Manos Unidas y de tantas otras Instituciones, la Iglesia sirve a los pobres que, como dice San Vicente de Paúl, “son nuestros señores y a los que tenemos que servir”.

Pongo todo mi ministerio pastoral bajo la mirada cariñosa de la Virgen del Sagrario, de Toledo y de la Virgen del Prado de Talavera y bajo todos los mártires que entregaron su vida aquí, en esta archidiócesis y todos los pastores santos, testigos del amor de Jesús entre nosotros.

Anuncio con gozo que estamos celebrando el jubileo del Cristo de Urda y con Él me uno a todas las devociones populares (la fe de mis mayores), a las cofradías y hermandades y, también, anuncio el XX Año Jubilar de Guadalupe donde estaré siempre presente como pastor peregrino.

 

FRANCISCO CERRO CHAVES Arzobispo de Toledo y Primado de España

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