En la solemnidad de san José, la Iglesia de España celebra el Día del Seminario. Con este motivo, los seminaristas llevan a cabo, durante este fin de semana, la campaña vocacional por diversas parroquias de la archidiócesis de Toledo.
Isaac Ramos Rubio, joven de 22 años y oriundo de Layos, forma parte de la comunidad del Seminario Mayor “San Ildefonso”. A través de esta entrevista comparte su testimonio vocacional y su itinerario vocacional.
.- Pregunta: ¿Cómo se fragua tu vocación sacerdotal?
.- Respuesta: Después de mi conversión apareció un deseo de mayor consagración a Dios y de ayudar a los demás a aceptar a Dios, como acababa de hacer yo, para que lleguen al Cielo. Me ha ayudado, especialmente, el acompañamiento y consejo de dos sacerdotes.
.- P: ¿Y cómo afrontan la familia y los amigos tu decisión de ingresar en el Seminario Mayor?
.- R: Al principio les costó, pero como me ven contento lo van llevando bastante mejor. En cuanto a mis amigos, casi todos ellos reaccionaron con incredulidad.
.- P: ¿Qué significa para tí recibir la ordenación diaconal y presbiteral?
.- R: Significa asumir un oficio que implica mucha responsabilidad porque está en juego la salvación de las almas. Por tanto, aunque exige mucha preparación en todos los ámbitos, compensa la belleza de asumir esta función de colaborar a llevar almas al Cielo. No hay ninguna función más importante en este mundo.
.- P: ¿Qué aspectos subrayarías como los más importantes de la entrega sacerdotal que te dispones a realizar?
.- R: Subrayaría la vida de oración, especialmente litúrgica, a la que el sacerdote se compromete como intercesor ante Dios por el pueblo. También subrayaría el celibato, como modo de vivir la esponsalidad con Cristo y medio para favorecer la vida contemplativa del sacerdote. Además, me parece especialmente importante el estudio, dadas las necesidades de la evangelización hoy en día especialmente.
.- P: ¿Cómo resumes la vida cotidiana en el Seminario?
.- R: Completa e intensa. No falta nada de lo que necesitamos como hombres y, particularmente, como seminaristas: liturgia y tiempo de oración, tiempo y recursos para el estudio personal, atención de los formadores y tiempo para convivir con los compañeros, posibilidad de hacer deporte, etc. Acabas el día muy cansado, pero satisfecho … si haces las cosas bien.
.- P: ¿Qué es lo que más te ilusiona de tu futura vida sacerdotal?
.- R: Poder ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa y ser instrumento del Señor para comunicar la vida divina a las almas en el Bautismo y poder perdonar los pecados de la gente y que así vayan al Cielo.
.- P: ¿Qué les dirías a los jóvenes que barruntan la llamada al sacerdocio?
.- R: Que no tengan miedo de asumir esta «profesión divina» (San Ambrosio), ya que si es voluntad de Dios que se ordenen, se ordenarán, y si no lo es, no se ordenarán. Y si Dios lo quiere, será en orden a un bien mayor. Al mismo tiempo, que asuman con seriedad su formación porque, como he dicho antes, está en juego la salvación de las almas y el Señor nos pedirá cuentas de todas las almas que nos encomiende.
.- P: Por último ¿alguna petición o deseo especial?
.- R: Que eleven a Dios humildes súplicas por los seminaristas, para que el Señor nos ayude a formarnos lo mejor posible para ser santos sacerdotes y podamos llegar al Cielo y llevar muchas almas con nosotros.
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