Juan García del Rincón, seminarista mayor, relata su experiencia misionera en Moyobamba
04/09/2017
El grupo de seminaristas que terminaba el cuarto curso de Teología, el pasado mes de Junio, en el Seminario Mayor “San Ildefonso” , formado por 13 alumnos, ha participado, durante este verano, en una experiencia misionera en la Prelatura de Moyobamba (Perú) donde han vivido en el Seminario de aquella Prelatura ligada con la Archidiócesis de Toledo.
Juan García del Rincón es uno de los seminaristas mayores que ha vivido estos días intensos en Perú. A continuación reproducimos su testimonio misionero.
TESTIMONIO MISIONERO EN MOYOBAMBA
Mi nombre es Juan, soy natural de Yepes (Toledo), tengo veintidós años y el pasado Junio terminé el cuarto curso de Teología en el Seminario Mayor de nuestra Archidiócesis.
Como algunos de ustedes sabrán, todos los años nuestro Seminario nos propone una serie de actividades para continuar la formación sacerdotal incluso en el período vacacional. Al concluir el cuarto curso, la actividad preparada es un mes de misión en la Prelatura de Moyobamba. Durante este tiempo, los trece seminaristas de este curso hemos estado alojados en el Seminario Mayor de San José de Moyobamba, donde hemos podido compartir el día a día con los seminaristas de la Prelatura, sin duda, algo muy enriquecedor.
Pero, ¿qué pastoral o actividad hemos estado realizando? A lo largo de este mes, hemos podido disfrutar de la experiencia de la pastoral extraordinaria, y de la pastoral ordinaria de un sacerdote en misión. La pastoral extraordinaria ha consistido en organizar y llevar a cabo misiones populares en barrios de la ciudad de Moyobamba (Punta de Doñe, Santa Clara, San Pelagio o barrio del Calvario y Santa Clotilde), o en pueblos cercanos a la misma (Marona y Jerillo). Pero también hemos podido experimentar lo que es ser misionero en la pastoral ordinaria, en el día a día: ir en moto a un pueblo lejano, o inclusoen burra para celebrar los Sacramentos; celebrar la Liturgia de la Palabra en pueblos a los que no llega el sacerdote; ayudar en un comedor para niños pobres; dar catequesis, etc.
Como se pueden imaginar en todo este tiempo hemos conocido a muchas personas y muchas realidades, y hemos podido palpar las situaciones tan difíciles que viven gran número de familias: la pobreza material y cultural o la desestructuración familiar. A pesar de esas pobrezas, hemos gozado continuamente de la acogida y generosidad de la gente, en muchas ocasiones sin conocernos de nada; y yo me preguntaba ¿por qué nos acogen con tanto entusiasmo y nos abren las puertas de su casa como si fuésemos uno más? Y pronto encontré la respuesta: porque les traemos a Jesucristo, y venimos en nombre suyo.
Como conclusión, puedo decir que durante esta experiencia de misión me he dado cuenta de lo necesario que es el sacerdocio, no sólo por la celebración de los Sacramentos –lo cual es importantísimo- sino también, para instruir a los fieles frente a tantas sectas que asolan Perú.
Por último, dar las gracias a todos aquellos que han rezado por nosotros y por esta misión que hemos llevado a cabo; y también a los que nos han acogido en aquellas tierras.