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Juan Manuel Sánchez, misionero en Rusia: “Me ha marcado participar del sufrimiento de tanta gente que ha dado su vida por la fe”

Se trata de uno de los 139 valientes de la Archidiócesis que desarrolla su labor misionera en tierras asiáticas. Su inquietud por evangelizar y colaborar en la misión le llevó a plantearse trabajar en Rusia, colaborando pastoralmente en una de las diócesis más extensas, geográficamente, del mundo.

El sacerdote Juan Manuel Sánchez García (Albacete, 1978) trabaja como colaborador del Arzobispo Metropolitano de la Archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú, Mons. Paolo Pezzi desde hace 8 años. Ejerce su ministerio en la ciudad  de Pushkin, ciudad bajo la jurisdicción de San Petersburgo, desde donde, en el día del Domund 2018, lanza un mensaje que nos interpela a ser valientes para cambiar el mundo.

 

.- ¿Cómo surge la decisión de establecerse en Rusia como misionero?

Siempre tuve esa inquietud misionera desde que estuve en Perú, pero nunca pensé que acabaría en Rusia. Hubo primero una propuesta de ir a Kazajistán y no salió a delante; eso me hizo quedarme mirando a Oriente.

Al paso de los años me encontré con un sacerdote de la diócesis de Valladolid, qué fue enviado por don Braulio a Rusia. Me dijo que estaban buscando un sacerdote para que fuera a trabajar allí y le habían hablado de un sacerdote que estuvo a punto de irse a Kazajistan. Le dije que era yo y me propuso ir a para allá.

Hablé con don Braulio, animado por don José María Anaya, rector del Seminario Mayor, quien me acompañó en este proceso. El Sr. Arzobispo me propuso primeramente permanecer unos días por allí y después hablaríamos. Pasé 15 días Rusia y, después de rezarlo mucho, vi que era lo que Dios quería.

El Arzobispo de Moscú me pidió y don Braulio, con buen corazón de pastor misionero, decidió enviarme a San Petersburgo. Me animó mucho la escasez de sacerdotes en este país; el ver una Iglesia naciente resurgiendo de sus cenizas, habiendo sido destruida por el comunismo. También, observar cómo un pueblo que había sufrido muchísimo, estaba sediento de Dios.

 

.- ¿Cómo describes la diócesis rusa en la que trabajas como misionero?

La Archidiócesis de la Madre de Dios de Moscú es de las más grandes del mundo. Podríamos decir sin exagerar, como media Europa, con bastantes comunidades católicas muy pequeñas y extendidas por todo el territorio. Somos alrededor de 120 sacerdotes con muy pocos nativos y, en su mayoría, religiosos. También hay muchas comunidades de religiosas. La población católica es de un 0.5 % . Previamente a la revolución comunista había un 10% de católicos.

 

D. Juan Manuel acompaña al Arzobispo de Moscú en una visita a las comunidades católicas

 

.- ¿Y cuál es la situación de las comunidades católicas que atiendes pastoralmente?

Actualmente somos dos sacerdotes españoles quienes atendemos dos parroquias; una al sur de San Petersburgo, con una extensión de unos 100km y unos 600.000 habitantes. La otra parroquia se ubica a 2000 km de San Petersburgo, en la República de Komi cuya extensión es como toda España y que está situada en los Urales y en el Circulo Polar Ártico. Esta extensión no posee ningún templo y cuenta con un millón y medio de habitantes.

 

.- ¿Cómo es el trabajo con los católicos rusos?

El pueblo ruso ha sufrido mucho y está siempre con el corazón predispuesto a oír hablar de Dios. Los fieles tienen un cariño y respeto enorme por sus sacerdotes, sintiendo realmente que somos una familia. Algo que me gustaría resaltar es su profunda piedad, su capacidad de escucha y su corazón enorme. Por supuesto, también hay momentos duros e incomprensiones, pero que son compensados por el calor y la respuesta de nuestras comunidades.

 

.- Llama la atención la distancia kilométrica entre ambas realidades pastorales que tienes encomendadas. ¿Qué resaltarías de las personas que tienes que atender sacerdotalmente?

Algo que me ha interpelado muchísimo durante estos años, ha sido la atención de la República de Komi; ir una vez al mes en avión para celebrar la Eucaristia, confesar, atender a los fieles y ver su capacidad de perseverancia sin tener sacerdotes cerca. Ellos te esperan al sacerdote con ansia cada vez que vas. También marca mucho todo el sufrimiento que hay detrás de cada persona.

 

D. Juan Manuel porta las reliquias de los santos en el día de la dedicación y consagración del altar de su parroquia

 

.- ¿Algún otro aspecto que te haya interpelado durante estos años de labor misionera?

La recostrucción y reconsagración del templo parroquial, que nos fue devuelto totalmente vacío ha sido también un momento muy importante en nuestro trabajo pastoral.

También, algo que ha marcado un antes y un después en mi vida misionera ha sido el participar del sufrimiento de tanta gente que incluso ha dado su vida por la fe y ver que, desde Cristo, el sufrimiento se convierte en alegría.

 

.- ¿Cómo es el día a día de un misionero en tierra rusas?

El día a día aquí es como el de una parroquia en España: Misa en la mañana y en la tarde, atención del despacho, mucho tema de obras, atención a enfermos, temas de caridad ya que son muchas las necesidades de las personas, relación con la Iglesia Ortodoxa, etc.

Algo muy importante en el día a día es la oración, para mantenerte en pie. Sirve para no tirar la toalla y poner a Cristo en el centro, que es quien realmente saca todo esto adelante. Nosotros somos simples medios y ves que es Él el que lo hace todo. El protagonista de la misión es Cristo, no nosotros.

 

.- ¿Algo que subrayar del lema de este año de la Jornada del Domund?

El lema de este año nos invita a cambiar el mundo y cada uno de nosotros podemos hacerlo desde el lugar donde nos encontramos, cambiando nuestro corazón y amando con el mismo Corazón de Dios. En estos años he experimentado la necesidad de sostener nuestro trabajo, no solo con la ayuda económica, sino también con la oración.

 

Presidiendo la celebración del Domingo de Ramos en San Petersburgo

 

.- ¿Qué mensaje te gustaría transmitir desde tu experiencia misionera?

Quisiera hacer una invitación a salir de la comodidad y no tener miedo a salir a la misión para cambiar el mundo, ya que cada uno de nosotros nos convertimos en los brazos de Dios para ayudar a los demás.

 

.- ¿Tus palabras para los demás misioneros dispersos por los cuatro puntos cardinales?

Desde Rusia mando todo mi apoyo, oración y ánimo, a tantos misioneros de nuestra diócesis que están trabajando por toda la geografía mundial y decirles que juntos, unidos a Cristo, cambiamos el mundo. Un fuerte abrazo para todos.

 

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