El Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, presidía en la tarde del Jueves Santo, 29 de marzo, la solemne celebración eucarística de la Cena del Señor en el Altar Mayor de la Catedral Primada.
Durante su homilía, el Primado glosaba la celebración litúrgica aludiendo al significado del lavatorio de los pies: “Su ejemplo consiste en lavar los pies a sus discípulos, pero para mostrar su servicio único a la humanidad: limpiar nuestra suciedad y desamor a Dios y a los demás. Una suciedad de la que no podemos salir sin su muerte y resurrección.”
Muchos jóvenes no conocen a Jesús en la Eucaristía
Mons. Rodríguez Plaza advertía de la situación por la que pasan los jóvenes en estos días del Triduo Pascual: “Estoy seguro de que la falta de vibración con Cristo en este día único tiene que ver el despiste de los jóvenes católicos, que apenas se diferencian del resto de sus compañeros no católicos o alejados de toda práctica religiosa. No conocen a Jesús en la Eucaristía, les aburre.”
Celebración Eucarística y Adoración
Don Braulio insistía en la unión y relación existente entre la celebración eucarística y la adoración ante el Sacramento del Altar: “Lo que Él dijo e hizo el Jueves Santo, se realiza hoy entre nosotros. Por eso, hay una relación estrecha entre esta Santa Misa de hoy y la adoración al Santísimo Sacramento, que es llevado al tabernáculo/monumento para vivir hoy nosotros todo lo que pasó en esas horas, desde la Última Cena, la despedida de Jesús y todo lo que en los evangelios conocemos como pasión y muerte de Jesús.”
Insistía el Primado: “Recibir la Eucaristía en la comunión significa adorar al que recibimos, hacernos una sola cosa con Él y, en cierto modo, pregustamos anticipadamente la belleza de la liturgia celestial.”
Eucaristía y Mandamiento Nuevo
El Arzobispo de Toledo quiso subrayar la unión intrínseca entre la Eucaristía y el Mandamiento Nuevo: “Precisamente en el acto personal de encuentro con el Señor por la confesión de los pecados, la comunión eucarística y la adoración debe madurar en nosotros el mandamiento nuevo de Jesucristo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. En ese amor de Cristo a cada uno de nosotros no escapamos a sentir vergüenza porque no nos preocupamos de los más pobres, ni luchamos porque cambie el sentido de la política y de la economía, de la manera de tratar a los emigrantes y refugiados.”
Texto de Santo Tomás de Aquino
El Primado quiso concluir su homilía con un texto del santo aquinate: “Digamos con Santo Tomás de Aquino en esta tarde: Buen pastor, pan verdadero, // o Jesús, piedad de nosotros: // nútrenos y defiéndenos, // llévanos a los bienes eternos // en la tierra de los vivos. // Tú que todo lo sabes y puedes, // que nos alimentas en la tierra, // conduce a tus hermanos// a la mesa del cielo, // a la alegría de tus santos. Amén.”
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