El Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, ha celebrado en la tarde del Viernes Santo la celebración litúrgica de la Pasión del Señor. Tenía lugar a las 18h en la Catedral Primada.
Durante su homilía, Don Braulio ahondaba en el sufrimiento de la humanidad: “Ciertamente la Pasión y muerte de Jesucristo se puede vivir “estéticamente” (…) se puede también vivir la Pasión y muerte de Cristo con el telón de fondo que constituyen los siglos XX y XXI. Ese trasfondo está constituido por el rostro del hombre y la mujer infamados, escupidos, rotos por el hombre mismo. Desde las cámaras de gas de Auschwitz; desde las aldeas arrasadas con niños torturados en Vietnam; en la muerte injusta de poblaciones arrasadas por bombas en el terror yijadista en Alepo o la llanura de Nínive o en tantos atentados en ciudades europeas y asiáticas; desde los atentados terroristas en Europa, Asia o África. Pero también desde los suburbios llenos de miseria de la India, África o Hispanoamérica; desde el dolor de los refugiados ahogados por llegar a “La libertad” de Europa, que vienen desde el Medio Oriente o desde los países subsaharianos.”
Abandono de Dios
El Primado se refería también a los momentos de soledad y abandono de Cristo: “Si Él se sabe abandonado de Dios, ¿dónde podremos encontrar a Dios? ¿No es esto el eclipse del sol histórico, en el que se apaga la luz del mundo? Desde las tragedias humanas, desde las guerras y las muertes de hombres y mujeres sin esperanza, se oye decir: “¿Dónde estás, Dios, Tú que creaste un mundo en el que continuamente puedes observar cómo tus inocentes criaturas sufren terriblemente, que son conducidas como corderos al matadero y no pueden abrir la boca?”. Es la vieja pregunta de Job, que se agudiza más que nunca.”
Participar en la angustia de Cristo
Insistía Mons. Rodríguez Plaza en la necesidad de ahondar en los sentimientos de Cristo: “Si queremos integrar en el Viernes Santo de Jesús en este Viernes, cambiándolo en una oración dirigida al Dios que, a pesar de todo, sigue estando cerca, ¿se puede hacer esto de verdad? Sin duda. Jesús participó realmente de la angustia de los condenados, mientras que nosotros –la mayor parte de nosotros- no participamos de los horrores de este nuestro tiempo más que como meros espectadores.
Sufrimiento humano y descubrimiento de Dios
Don Braulio ahondaba en el misterio del sufrimiento humano: “La idea de que Dios no puede existir, por estas cosas que ocurren, se produce en aquellos que no son más que espectadores de los horrores que se dan; pero, acomodados en el sillón, contemplan lo horrible del mundo y así creen haber cumplido con su obligación. Por el contrario, la reacción de aquellos que verdaderamente sufren es frecuentemente lo contrario: precisamente en su sufrimiento descubren a Dios.”
Sus heridas nos han curado
El Arzobispo de Toledo profundizaba en la Pasión de Cristo en la Cruz: “El Crucificado está representado en la Cruz como uno de los que son víctimas de las terribles epidemias que aquejan a la naturaleza humana. En él, como dice el profeta, nuestras heridas encontraron su cumplimento. Los que llevan la cruz y el dolor experimentan la presencia del Crucificado en su dolor y desventura. Y encuentran la salvación.”
Trabajar para cambiar el mundo
Subrayaba el Primado acerca de la necesidad de trabajar para cambiar el mundo: “La salvación del mundo no viene del cambio que nosotros produzcamos, con una política que queremos divinizar. Hay que trabajar continuamente en ese cambio del mundo, humana, realista, pacientemente. Pero el ser humano pide y pregunta por algo que sobrepasa en mucho todo cuanto puedan ofrecerle la política y la economía. Y la respuesta está en Jesucristo, en el cual nuestro dolor descansa en el corazón de Dios, en el amor eterno. El hombre tiene necesidad y sed de ese amor, que es el que sana nuestro corazón cerrado al amor a Dios y a los demás por el pecado.”
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