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Mons. Cerro a los tres nuevos diáconos: “Poneos de rodillas delante de los que sufren, siendo compasivos y misericordiosos”

Archidiócesis de Toledo

La Catedral Primada ha acogido, este domingo 15 de diciembre, la ceremonia de sagradas órdenes al diaconado, presidida por Mons. Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo, quien estuvo acompañado por el obispo auxiliar y secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Francisco César García Magán, y por los formadores de los seminarios diocesanos, junto a un nutrido grupo de sacerdotes.

Fueron tres los seminaristas que recibieron la ordenación diaconal, en el transcurso de la solemne concelebración del III domingo de Adviento, domingo “de Gaudete”: Pablo Carralero Cuesta, Francisco Javier Díaz-Maroto Zaballos y Darío de la Encina Gómez.

Don Francisco Cerro felicitaba a los nuevos diáconos, además de hacer extensiva la felicitación a sus familias, junto a “todas las personas que han tenido que ver con la vocación de cada uno de los nuevos diáconos”.

El prelado animaba a los ordenados a “vivir de veras lo que somos” en referencia a la vocación sacerdotal a la que están llamados. En este sentido subrayaba: “Si no somos felices, no haremos felices a nadie. Nadie puede dar lo que no tiene. Quien no tiene paz, no la puede dar; no puede dar a Cristo. No puede darlo quien no tiene la sabiduría de los pobres”.

 

Compasivos y misericordiosos

Mons. Cerro exhortaba a los tres ordenandos a vivir el celibato como “el compromiso que van a hacer”. Al igual que recordaba que se comprometen “a rezar la Liturgia de las Horas por el pueblo”. El tercer aspecto que resaltaba ha sido el “servicio a los pobres”.

Durante su homilía, don Francisco les recordaba a los neo-diáconos que “vestirán de clérigo”, indicándoles el significado de estar “al servicio que hacemos a la gente”. Les exhortaba el Arzobispo de Toledo: “Ojalá os presentéis siempre como lo que sois”.

Igualmente el prelado ha subrayado el significado del celibato: “no tener más esposo que Cristo; pertenecer al Señor”, suplicando para ellos “una entrega total y absoluta al Señor”.

Les exhortaba a ser “hombres de adoración eucarística y hombres de los pobres”. Abundaba don Francisco de la siguiente manera: “El diácono se pone de rodillas ante los pobres; eso es la diaconía”. De manera paternal, también les ha pedido: “Poneos de rodillas delante de los que sufren (…) buscando la austeridad, la sencillez y la pobreza; siendo compasivos y misericordiosos“.

 

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