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Mons. Cerro junto al Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Auza - Foto: M.A. Olmos

Mons. Cerro en la recepción del palio arzobispal: “Nuestra vida ha de estar impregnada del amor de Jesús”

JuanF Pacheco

La Catedral Primada ha acogido, en la mañana del 26 de septiembre, la solemne concelebración eucarística en la que el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves, ha recibido el palio arzobispal de manos del Nuncio de Su Santidad en España, Mons. Bernardito Auza.

La solemne ceremonia daba comienzo a las 12 de la mañana. Junto al arzobispo de Toledo han concelebrado los obispos de las diócesis sufragáneas: Mons. Ángel Fernández, obispo de Albacete; Mons. Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real; Mons. José María Yanguas, obispo de Cuenca; Mons. Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara.

Igualmente, concelebraban el obispo emérito de Segovia, Mons. Ángel Rubio y el administrador diocesano de Coria-Cáceres, D. Diego Zambrano.

Antes del comienzo de la celebración eucarística, en la sacristía mayor del templo primado, el cabildo realizaba la entrega de un regalo a Mons. Cerro: un báculo.

Varias autoridades civiles y militares han participado en la ceremonia, entre ellas el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page y la alcaldesa de la ciudad de Toledo, Milagros Tolón.

 

Rito de imposición

Al comienzo de la ceremonia, el Nuncio Apostólico explicaba el sentido del rito de imposición. Terminada la monición, don Francisco Cerro, de rodillas ante el Nuncio Apostólico, realizaba la profesión de fe y el juramento.

Seguidamente, el Nuncio imponía, sobre los hombres del Arzobispo Primado, el palio arzobispal. A continuación realizaba la bendición.

 

Palabras de Mons. Francisco Cerro: “Tres olores”

El Arzobispo de Toledo comenzaba sus palabras, en la homilía, recordando a la madre del Sr. Nuncio Apostólico, fallecida recientemente en Filipinas.

Don Francisco Cerro hacía referencia a la situación de pandemia que se está atravesando y, a través de tres claves, explicaba el sentido y profundidad del acto de imposición del palio arzobispal.

El Arzobispo hablaba de los “tres olores” que deben surgir de la vida de pastor, obispos y sacerdotes:

1) “Olor a Cristo“. Don Francisco Cerro subrayaba que el primer cometido que debe llevar a cabo el pastor, el obispo es “transmitir a Jesús”. “Nuestra vida ha de estar, realmente, impregnada del amor de Jesús”.

2) “Olor a Iglesia”. El arzobispo resaltaba que el obispo ha de ser “el hombre de Dios que transmite a Jesucristo”. Para el Primado esta acción la lleva a cabo la figura del apóstol Pedro: “Tú eres el Hijo de Dios vivo”. La unión del obispo y comunión con el Papa y los demás obispos es imprescindible.

3) “Olor a oveja”. Se trata de un olor del que habla el Papa Francisco. “El obispo ha de ser el hermano entre los hermanos” ha indicado el arzobispo de Toledo. Mons. Cerro ha subrayado que el olor de un obispo es “olor a oveja” que se resume “en entregar la vida a los demás con sencillez”.

 

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