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Mons. Francisco Cerro escribe a la prelatura de Moyobamba por su 75 aniversario

Archidiócesis de Toledo

La prelatura de Moyobamba, encomendada por la Santa Sede a la Archidiócesis de Toledo en el año 2004, ha cumplido 75 años desde su creación en 1948. Con este motivo Mons. Francisco Cerro, Arzobispo de Toledo, ha dirigido una carta al obispo de la prelatura, Mons. Rafael Escudero, en la que pide «a Dios que siga ben diciendo nuestras colaboraciones misioneras para que continuemos llevando la esperanza y la alegría de la fe a todos los hombres y mujeres».

La prelatura de Moyobamba fue erigida por el papa Pío XII el 7 de marzo de 1948 y, durante  los últimos días de noviembre, ha celebrado los actos finales de la conmemoración del 75º  aniversario de su creación. Para participar en ellos se han desplazado hasta la prelatura peruana,  como  representación  de  la  archidiócesis  de  Toledo  don  Enrique  del  Álamo,  vicario  episcopal para laicos, familia y vida; don José Zarco, vicario episcopal de la Sagra, y don Álvaro García, rector del Seminario Mayor San Ildefonso de Toledo. 

Han sido ellos los que han entregado en mano una carta del Arzobispo de Toledo, dirigida al  obispo de la prelatura, Mons. Escudero, así como a los sacerdotes, a los miembros de la  vida consagrada y a los laicos de aquella Iglesia. «Siento mucho –les decía– no poder acompañaros en esta fecha tan señalada, pero al haber sido convocado por el Santo Padre el Papa  Francisco junto con todos los obispos de España, me ha sido materialmente imposible realizar el viaje». 

Acción de gracias

Tras  invitar  a  todos  «a  elevar  una  acción  de  gracias  a  Dios  porque  sigue  haciéndose  presente en medio de su pueblo, de una  forma visible y palpable a través de la Iglesia», el  Arzobispo de Toledo recuerda que «durante 75 años, habéis sido testigos de esa ternura infinita de Dios, que se ha ido haciendo presente  en  medio  de  vosotros  en  la  figura  de  los  obispos que han estado al frente de la prelatura, junto con tantos sacerdotes y consagrados,  religiosos y religiosas, que han gastado y desgastado su vida en la tarea de hacer presente a  Jesucristo en medio de esta porción de la Iglesia de Dios». 

«También hemos de reconocer –añade– la labor abnegada y desinteresada de tantos y  tantos catequistas y animadores que, con su entrega silenciosa y su servicio alegre, mantienen la fe viva en las comunidades, sobre todo en las celebraciones en “espera  del  sacerdote”, como dice el papa Francisco». 

 

Iglesia que camina en Moyobamba 

El Arzobispo de Toledo manifiesta en su escrito su seguridad de que «este Jubileo ha servido  para  fortalecer en  todos ustedes la  fe de la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica.  Una fe que hemos recibido de nuestros antepasados y por la que nos sentimos orgullosos y  agradecidos.  La Iglesia  que  camina en Moyobamba  siente  un  sano  orgullo  del  trabajo  que  muchos hermanos nuestros realizan cada día».  

Por eso don Francisco afirma también su propósito de «reconocer a todas las personas  que con  su vida de  fe, alimentada por la celebración de los  sacramentos y la lectura de la  Palabra  de  Dios,  dan  testimonio  del  gozo  de  ser  cristianos  en  las  diversas  actividades  de  vuestras parroquias y de vuestra sociedad: la atención a los más débiles, el cuidado de los ancianos, el tiempo dedicado a la evangelización, la presencia cristiana en la escuela pública,  pero, sobre todo, el testimonio de vida de fe en las diversas realidades que construyen nuestra sociedad» 

Don Francisco explica que «el año 2004 la Santa Sede encomendó a la archidiócesis de  Toledo el cuidado de la prelatura de Moyobamba. Desde ese momento, muchos son los sacerdotes que han estado y que están viviendo su ministerio en esta porción del Pueblo de  Dios, tan querida para nosotros».  

«Nos sentimos orgullosos –concluye– de formar parte de vuestra historia, colaborando  con  nuestras  oraciones  y  con  las  generosas  aportaciones  económicas  que  se  han  hecho  y  que  se  siguen  haciendo. Queremos  seguir  haciendo  el  bien  y  gastar  nuestras  vidas  por  el  evangelio,  alegres  por  formar  parte  de esta  familia  de  los  hijos  de  Dios».  Por eso  pide  «a  Dios  que  siga  bendiciendo  nuestras  colaboraciones  misioneras  para  que  continuemos  llevando la esperanza y la alegría de la fe a todos los hombres y mujeres». 

 

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