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Grupo de nuevos diáconos y sacerdotes- Foto: Seminario Menor Sto. Tomás de Villanueva

Ordenaciones Diaconales y Sacerdotales: “Tened los sentimientos de Jesucristo, Buen Pastor”

Archidiócesis de Toledo

La Catedral Primada acogía, durante la mañana de este 2 de julio, la solemne ceremonia litúrgica de ordenaciones diaconales y sacerdotales. La concelebración eucarística fue presidida por el Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Francisco Cerro Chaves. Junto a él, concelebraban el obispo auxiliar y secretario de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Francisco César García Magán, y el arzobispo emérito, Mons. Braulio Rodríguez Plaza.

Los ordenados como sacerdotes fueron Javier Moro Martín y Óscar Arnanz Pulido.

El grupo de nuevos diáconos son diez: Javier Alhambra García, Jorge Casitas Atencia, Luis Gil Borralo, Francisco José Gómez Sánchez, Juan Guerrero Díaz-Pintado, Diego Gutiérrez Duro, Miguel Ángel Novillo Rivera, Daniel Oporto Rodríguez, Rodrigo Rodríguez García y David Tello Segura.

 

“¿Qué espera el Señor de nosotros?”

Mons. Cerro comenzaba afirmando que “en nuestra vida sacerdotal siempre lo mejor está por llegar”. En este sentido, repetía: “soy tan feliz siendo sacerdote que si volviera a nacer un millón de veces, sería siempre sacerdote”.  “Cuando uno vive el sacerdote desde la fe, la esperanza y la caridad, uno descubre que siempre lo mejor está por llegar” insistía el Arzobispo de Toledo.

“Que tengamos los sentimientos de Jesucristo Buen Pastor” exhortaba a los nuevos presbíteros y diáconos, a la par que les indicaba: “Ama donde eres enviado. Quiere a la gente y que la gente lo note“.

 

“Amad a la Iglesia y no ser sacerdotes de la mundanidad”

Por otro lado, el Primado ha querido poner el acento en el amor a la Iglesia, que debe caracterizar a los sacerdotes y diáconos. “Amad apasionadamente a la Iglesia. Jamás habléis mal de la Iglesia, vuestra Madre” les ha exhortado, insistiendo que “solo los santos cambian la Iglesia”

Como tercer punto importante, de su homilía, don Francisco Cerro ha exhortado a los ordenados a “no ser sacerdotes de la mundanidad” y a ser “sacerdotes de los humildes”. En este sentido, ha querido insistir en la necesidad de “amar los que sufren” y que ellos “sean vuestros preferidos, los mejores de vuestras parroquias”.

Quered mucho a la Virgen María, Madre de los sacerdotes. Si tenéis a la Virgen, y vivís estas tres realidades, llegaréis y perseveraréis hasta el final”. Así concluía don Francisco Cerro su homilía.

 

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