Pablo Sánchez -Crespo Párraga (Villarrubia de los Ojos, 1962) vivió, durante un tiempo, en la calle; fue una persona sin hogar y fue residente en el Centro de Personas sin Hogar “Cardenal González Martín” de Toledo. Gracias a Cáritas pudo rehacer su vida. Para él, Cáritas es “un pilar de ayuda en el peor momento de su vida”.
Fruto de sus vivencias en la calle y de la ayuda recibida por Cáritas es la obra que presentaba el pasado 21 de octubre, en la sala de exposiciones del Arzobispado de Toledo, y cuyo título es “Matices de: El Espejo de lo Moral”. Todo lo recaudado con esta publicación irá destinado a los programas, de Cáritas Diocesana, destinados a personas sin hogar.
Pregunta: ¿Qué le ha llevado a publicar este libro?
Respuesta: La causa de publicar este pequeño libro y después una novela, ha sido el poder contribuir y ayudar, en lo que pueda, a las personas sin hogar. Igualmente a las personas que tienen una vida normalizada; para que se solidaricen con los que están en la calle y sin techo.
P: ¿Cómo resume su experiencia en el Centro de Personas sin Hogar “Cardenal González Martín” y cómo se generó esa situación de tener que acudir a este lugar?
R: Mi situación se generó porque yo tenía una empresa y me dejaron de pagar una deuda bastante elevada y no fui capaz de superar aquella situación, lo que llevo a mezclar alcohol, con medicación psiquiátrica. Y eso me llevó a la calle.
Mi estancia en el centro de personas sin hogar fue muy positiva porque se trata del comienzo para iniciar mi superación personal, y el poder salir de mi adicción y, por tanto, dejar la calle.
P: ¿Qué espera con la publicación de este libro?
R: Poner mi granito de arena, ayudando a las personas que hoy están como yo estuve en los centros de personas sin hogar. Igualmente deseo que todos aquellos que lean mi publicación se solidaricen más con las personas sin hogar.
P: ¿Su mensaje para los que lean esta entrevista y en vísperas de la celebración del Día de las Personas sin Hogar?
R: Que al amanecer de cada día nos pongamos el traje de la solidaridad, la empatía, el amor, la humildad y la generosidad hacia las personas sin hogar, ya que son parte de nosotros y tienen dignidad.
Y, sobre todo, que aprendamos que nadie está exento de nada y mañana nos puede tocar a nosotros, a nuestros hijos o familiares.