Se acaba de publicar una biografía del sacerdote Joaquín González de la Llana (1896-1952), fundador de la Religiosas Hijas del Cenáculo. Su autor es Manuel Sánchez García.
Don Joaquín González de la Llana Fernández-Guijarro, hijo del médico de Lominchar (Toledo), nació en este pueblo el 25 de febrero de 1896. Después de realizar sus estudios, en el Seminario Conciliar de Toledo recibió la ordenación sacerdotal el 5 de abril de 1919. Tras sus primeros destinos ejerció como coadjutor en Mora de Toledo y consiliario en esa localidad de la Acción Católica.
Durante la guerra civil española fue encarcelado en Madrid, desde finales de julio de 1936 hasta el mes de enero de 1937. Consiguió ponerse a salvo y regresó a Mora al finalizar la guerra, incorporándose provisionalmente en sus tareas con la Juventud de la Acción Católica.
Al regresar se encontró con la dolorosa realidad del martirio sufrido por los sacerdotes de la parroquia y de muchos jóvenes de la Acción Católica, entre ellos, su hermano pequeño Emilio González de la Llana, que había sido presidente del Centro de la Acción Católica de Mora de Toledo, asesinado el 3 de agosto de 1936.
Posteriormente fue nombrado párroco de Cazorla (Jaén), cuyo arciprestazgo pertenecía al Arzobispado de Toledo. En noviembre de 1941 es nombrado párroco de Sonseca, donde permanece hasta la Semana Santa de 1944. Aquí fundará a las Hijas del Cenáculo, para orar y colaborar con los sacerdotes.
En Sonseca encontrará la cruz con una falsa denuncia contra su fama y honestidad que le ocasionó mucho sufrimiento. Las religiosas conservan ciento cuarenta y cuatro testimonios de personas que en Sonseca dieron su parecer sobre la inocencia del santo sacerdote.
De 1944 hasta 1948 fue capellán de las MM. Dominicas y coadjutor de la parroquia de Huéscar (Granada), cuyo arciprestazgo también pertenecía a la archidiócesis primada.
Finalmente recibió el nombramiento de capellán de las MM. Carmelitas de Yepes. Un cáncer de pulmón cortó su vida a los 56 años, el 11 de noviembre de 1952. Su cuerpo, que descansaba en la capilla del cementerio de Yepes, fue trasladado el 13 de febrero de 2017 a la capilla de la Casa del Instituto Secular Hijas del Cenáculo de Murcia.
Testimonio del obispo D. Rafael Torija
En la publicación se puede leer varios testimonios, entre los que destaca el obispo emérito de Ciudad Real, monseñor Rafael Torija, quien destaca lo siguiente: “Para mí fue un sacerdote ejemplar, amante del sacerdocio, entregado a las obras apostólicas… jamás le oí quejarse de nadie, ni de nada. Le tengo en la mayor honra y veneración. Mi recuerdo está lleno de afecto y de agradecimiento. Me estimuló con su palabra, con sus cartas y con su ejemplo”.
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