Con motivo del Día Internacional del Trabajo, Mons. Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo, se dirige a toda la comunidad diocesana a través de un escrito, en el que la figura expone la figura de san José, “del sindicato de la madera”, como ejemplo a seguir por todos los trabajadores.
SAN JOSÉ OBRERO, DEL SINDICATO DE LA MADERA, RUEGA POR NOSOTROS
Con motivo del día 1 de mayo. Fiesta del Trabajo
Escrito de Mons. Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo y Primado de España
Ante la situación laboral que vive nuestra sociedad, San José Obrero, nos puede ayudar a vivir el trabajo con dignidad, como dice ”Laboren Exercens” no como un castigo, sino como una colaboración a la santidad, como lo vivió San José, que en Nazaret sacó adelante a la familia y trabajó con sus manos y se entregó al servicio desde el “sindicato” de la madera, trabajando, amando como esposo, padre y trabajador, sin renunciar a dar gracias a Dios porque no nos falte “el pan nuestro de cada día” ganado con el sudor de la frente.
San José Obrero, José del Evangelio, nos enseña en estos momentos a vivir tres claves que nos pueden hacer mucho bien, como siempre lo hace este “servidor bueno y fiel”. Os recomiendo que visitéis la exposición sobre San José situada en el Arzobispado de Toledo, en la sala de exposiciones. Es una catequesis magnífica.
1.- Trabajar es un bien para el hombre y la mujer
El trabajo dignifica a la persona humana. Demos gracias a Dios cada día por el trabajo. Mantengamos nuestros puestos de trabajo, luchemos para que no desaparezca ni un solo puesto de trabajo, donde tantas personas viven a veces dramas inmensos de no llegar a fin de mes, de tener necesidades básicas que no están cubiertas. El Santo Padre en la misa del 1 de mayo de 2020 nos dice: “el trabajo tiene en sí mismo una bondad y crea la armonía de las cosas —belleza, bondad— e involucra al hombre en todo: en su pensamiento, en su acción, en todo. El hombre está involucrado en el trabajo. Es la primera vocación del hombre: trabajar. Y esto le da dignidad al hombre. La dignidad que lo hace parecerse a Dios. La dignidad del trabajo”.
San José de Nazaret, vivió amando a través del trabajo a su familia, a los que cuidó como “custodio del Redentor” y que el Padre le confió, como “sombra del Padre” esta misión de cuidar, ayudar y amar a que los que amamos y tenemos la misión de ganar honestamente el pan de cada día, entregando la vida por amor y trabajando por la sociedad.
2.- La falta de trabajo, el paro: un cáncer con metástasis
Me preocupa inmensamente el paro en las familias y el paro juvenil, a juicio del Pontífice: «(El desempleo juvenil) es una verdadera plaga social, debido a que priva a los jóvenes de un elemento esencial para su realización y al mundo económico de la aportación de sus fuerzas más frescas». « El mundo laboral debería estar esperando a jóvenes preparados y deseosos de esforzarse y emerger. Al contrario, el mensaje que en estos años han recibido a menudo es que no se les necesita».
Cuando no hay trabajo el panorama del presente y del futuro se oscurece. Sin trabajo, cuando se instala el paro en la sociedad, en las familias, en los jóvenes, afecta a la salud física, sicológica y espiritual. Sin trabajo, es fácil que la persona lleve a enfermar y a muchos les cueste encontrar el sentido de la vida.
Cuando vemos las cifras del paro en España, en Castilla la Mancha, en Toledo y pasamos a verlo en tantas personas que comparten nuestra vida, personas de nuestras familias, nuestros amigos, que nos tocan tan de cerca, que vienen a nuestros grupos juveniles, a nuestras parroquias, a nuestras comunidades, no dejan de ser una gran preocupación en mi corazón de Pastor.
3.- San José Obrero ayuda a todos los trabajadores del mundo
Mi padre, ferroviario, y mi madre que, desde la casa y el hogar doméstico, se dedicó a sacar adelante a la familia, con una vida trabajadora, sencilla y honrada. Tantos trabajadores nos han enseñado hombres y mujeres al cumplimiento del trabajo bien hecho, con mucho amor y profesionalidad.
Encomiendo a todos los trabajadores. Rezo especialmente para que, en medio de sus trabajos, de sus cruces económicas y de las dificultades se cumpla la misión de que a través del trabajo se dignifica la propia dignidad, pasar haciendo el bien y sabiendo como cristianos que el trabajo es también un medio de santidad.
San Juan Pablo II en “Laborem Exercens” nos dice: “Hace falta, por lo tanto, que esta espiritualidad cristiana del trabajo llegue a ser patrimonio común de todos. Hace falta que, de modo especial en la época actual, la espiritualidad del trabajo demuestre aquella madurez, que requieren las tensiones y las inquietudes de la mente y del corazón. Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas por el hombre se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende rivalizar con el Creador, están, por el contrario, persuadidos de que las victorias del hombre son signo de la grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio. Cuanto más se acrecienta el poder del hombre, más amplia es su responsabilidad individual y colectiva (…) El mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificación del mundo ni los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, les impone como deber el hacerlo”.
Que San José Obrero, esposo de la Virgen María nos ayude a colaborar con Dios creador y con Cristo Redentor, para transformar el mundo según el Corazón de Dios, construyendo la “civilización del Amor”.